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      REFLEXIONES DE VIDA

La Vejez- Alberto Cortez

 

"DEBEMOS SER COMO LOS ARTISTAS Y POETAS LISTOS PARA DESCUBRIR LA BELLEZA DE DIOS EN TODAS SUS OBRAS" M.M

 

 

Me llegará lentamente 
y me hallará distraído 
probablemente dormido 
sobre un colchón de laureles. 
Se instalará en el espejo, 
inevitable y serena 
y empezará su faena 
por los primeros bosquejos.

Con unas hebras de plata 
me pintará los cabellos 
y alguna línea en el cuello 
que tapará la corbata. 
Aumentará mi codicia, 
mis mañas y mis antojos 
y me dará un par de anteojos 
para sufrir las noticias.

La vejez... 
está a la vuelta de cualquier esquina, 
allí, donde uno menos se imagina 
se nos presenta por primera vez. 

La vejez... 
es la más dura de las dictaduras, 
la grave ceremonia de clausura 
de lo que fue, la juventud alguna vez.

Con admiable destreza, 
como el mejor artesano 
le irá quitando a mis manos 
toda su antigua firmeza 
y asesorando al Galeno, 
me hará prohibir el cigarro 
porque dirán que el catarro 
viene ganando terreno.

Me inventará un par de excusas 
para amenguar la impotencia, 
´que vale más la experiencia 
que pretensiones ilusas´, 
me llegará la bufanda, 
las zapatillas de paño 
y el reuma que año tras año 
aumentará su demanda.


La vejez... 
es la antesala de lo inevitable, 
el último camino transitable 
ante la duda... ¿qué vendrá después; 
La vejez
es todo el equipaje de una vida, 
dispuesto ante la puerta de salida 
por la que no se puede ya volver


A lo mejor, más que viejo 
seré un anciano honorable, 
tranquilo y lo más probable, 
gran decidor de consejos 
o a lo peor, por celosa 
me apartará de la gente 
y cortará lentamente 
mis pobres, últimas rosas.

La vejez 
está a la vuelta de cualquier esquina, 
allí donde uno menos se imagina 
se nos presenta por primera vez. 
La vejez... 
es la más dura de las dictaduras, 
la grave ceremonia de clausura 
de lo que fue la juventud alguna vez.

 

 

“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera. Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero le dejaría que el solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrá de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Trata de decir siempre lo que sientes y haz siempre lo que piensas en lo más profundo de tu corazón.
Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo, te diría “Te Quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da siempre otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no lo está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si mañana nunca llega, seguramente lamentaras el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles, “lo siento” “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus nobles pensamientos secretos. Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.
Finalmente, demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan”.

 

CARTA DE DESPEDIDA

GABRIEL GARCIA MARQUEZ

​© 2015 Hogar del Anciano Girasol

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